viernes, 15 de enero de 2016

Castigos causa-consecuencia

Prohibido-Castigar
Por Nancy Steinberg, psicóloga

Disciplinar a nuestros niños no es una tarea fácil. Es todo un reto y más en esta época en la que todo parece moverse a una velocidad vertiginosa. No cabe duda de que hoy en día las mamás tienen mucha más conciencia y bastante información.

Sin embargo, no deja de sorprenderme que, ante tal avalancha de conocimientos y tecnología, las madres sigamos atoradas en la creencia de que sólo existen dos opciones para lograrlo: los premios y los castigos, aun cuando nos hemos dado cuenta de que estos métodos suelen no funcionar o su efecto dura periodos cortos.

En lo personal no he conocido a una que, propositivamente, haga algo para lastimar a su hijo. Una y otra vez me he encontrado con aquellas que se sienten culpables, desorientadas, poco eficientes o desesperadas al corregir y no obtener resultados. Entonces ¿por qué lo siguen haciendo? Creo que hay dos razones fundamentales:
  1. Castigamos porque estamos convencidas de que si algo no funciona es porque lo estamos haciendo mal. ¿Tal vez no ha sido suficientemente severo o la recompensa es algo que no le gusta al niño? Entonces incrementamos la fuerza o duración del escarmiento u ofrecemos algo distinto para ver si su conducta mejora
  2. Nos resistimos a dejar de hacerlo al no tener otra alternativa. Así de simple
Pero ¿en dónde surge el problema? Veamos las cuatro razones:
  • No existe una relación causa-efecto entre la sanción y la conducta que estás tratando de modificar. Por ejemplo, ¿qué tiene que ver no estudiar con que no lo dejes ir a casa de su amigo?
  • Es nula la relación de temporalidad: si reprueba en enero, ¡no se va de viaje en diciembre!
  • Cuando intentas hacer valer tu autoridad, con frecuencia haces una amenaza que no se cumple. ¿Resultado? Pierdes credibilidad
  • En ocasiones él te rebasa y se apoya en el dicho popular “lo bailado nadie me lo quita”, así que está dispuesto a “pagar el precio” con tal de salirse con la suya
Creer que las represalias funcionan es como esperar que una persona enferma mejore si le dan el medicamento equivocado. “Si tan sólo encontramos la dosis correcta” es algo que tampoco existe. Entonces ¿qué hacer? Sí hay una forma correcta de instruir y es a través de las consecuencias naturales de nuestras acciones.

Ojo: no dije “que haga lo que tú quieres” porque eso se puede ¡pero no es lo deseable! Tu labor es encontrar un equilibrio que te permita educar y al mismo tiempo mantener una buena relación con él. Lograr la colaboración de todos es labor de todos, pero debe empezar por ti. ¡Buena suerte!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...